
Cuando seres como Blanca Varela parten a un mejor espacio, es necesario decir algo al respecto.
Aunque sea en el espacio más impertinente.
No callar. Esa es la consigna
Porque debo decirlo: Blanca Varela fue grande.
Fue hermosa.
Extraordinaria.
Blanca fueron las tardes, obscenamente melancólicas, de verano cayendo sobre el patio de Letras de la Católica.
Blanca fue el Canto Villano, que tambaleaba su infinita tristeza en esos viejos buses destartalados donde pagaba medio pasaje universitario.
Blanca fue un torbellino de palabras que sacudieron mi débil iluminación espiritual, en una angosta calle de Trujillo.
Blanca fue lo más alejado a la exhuberancia tropical, Sin embargo, fue tan descomunal como la extraordinaria luz de Iquitos.
El día queda atrás,
apenas consumido y ya inútil.
Comienza la gran luz.
Blanca fue la despedida escrita más conmovedora que alguien que me amó pudo haberme escrito, a puño y letra, mientras la noche se hacía día en un frío paradero de la limeña avenida Brasil, un tiempo tan lejano que parece reciente.
aquí me tienes como siempre
dispuesta a la sorpresa
de tus pasos
a todas las primaveras que inventas
y destruyes
a tenderme -nada infinita-
sobre el mundo
hierba ceniza peste fuego
a lo que quieras por una mirada tuya
que ilumine mis restos
porque así es este amor
que nada comprende
y nada puede
bebes el filtro y te duermes
en ese abismo lleno de ti
música que no ves
colores dichos
largamente explicados al silencio
mezclados como se mezclan los sueños
hasta ese torpe gris
que es despertar
en la gran palma de dios
calva vacía sin extremos
y allí te encuentras
sola y perdida en tu alma
sin más obstáculo que tu cuerpo
sin más puerta que tu cuerpo
así este amor
uno solo y el mismo
con tantos nombres
que a ninguno responde
y tú mirándome
como si no me conocieras
marchándote
como se va la luz del mundo
sin promesas
y otra vez este prado
este prado de negro fuego abandonado
otra vez esta casa vacía
que es mi cuerpo
a donde no has de volver
Blanca fue el dolor y la ausencia. Blanca fue la reconciliación
Éste es el mundo que amo.
Quiero un cielo veloz,
la mañana distinta, sin colores,
para poner mis ángeles,
mis calles donde siempre hay humo y sorpresa.
Blanca fue el cuerpo, y la poesía.
Fue el dolor, la pérdida ardiente, la descomposición de la materia.
Blanca fue la transformación en espíritu.
Blanca fue una parte de nosotros. Tanto tiempo, tantos tempos.
Y ahora ya no es de nadie. Es eterna.
Le pertenece al Universo. Es ADN de pasión.
Acido ribonucleíco enamorado, siempre...
MÁSCARA DE ALGÚN DIOS
Frente a mí ese rostro lunar.
Nariz de plata, pájaros en la frente.
¿Pájaros en la frente?
Y luego hay rojo
y todo lo que la tierra olvida.
Humedad con poderes de fuego
floreciendo tras las negras pestañas.
Un rostro en la pared.
Detrás del muro, más allá de toda voluntad,
más lejos todavía que mirar y callar:
¿qué?
¿Siempre hay algo que romper, abolir o temer?
¿Y al otro lado? ¿Al revés?
Vuela la mano, nace la ínea,
vibrante destino, negro destino.
Por un instante la melodía es clara,
parece eterna la tarde,
purísima la sombra del cielo.
Vuelvo otra vez . Pregunto.
Tal vez ese silencio dice algo,
es una inmensa letra que nos nombra y contiene
en su aire profundo.
Tal vez la muerte detrás de esa sonrisa
sea amor, un gigantesco amor
en cuyo centro ardemos.
Tal vez el otro lado existe
y es también la mirada
y todo esto es lo otro
y aquello esto
y somos una forma que cambia con la luz
hasta ser sólo luz, sólo sombra.
Link: Una biografía de Blanca Varela
Link: Más de la extraordinaria poesía de Blanca Varela aquí
Link: J.A. Godoy, El Morsa, El Útero, Heduardo y Musmuki, entre otros, se unen al homenaje
Aunque sea en el espacio más impertinente.
No callar. Esa es la consigna
Porque debo decirlo: Blanca Varela fue grande.
Fue hermosa.
Extraordinaria.
Blanca fueron las tardes, obscenamente melancólicas, de verano cayendo sobre el patio de Letras de la Católica.
Blanca fue el Canto Villano, que tambaleaba su infinita tristeza en esos viejos buses destartalados donde pagaba medio pasaje universitario.
Blanca fue un torbellino de palabras que sacudieron mi débil iluminación espiritual, en una angosta calle de Trujillo.
Blanca fue lo más alejado a la exhuberancia tropical, Sin embargo, fue tan descomunal como la extraordinaria luz de Iquitos.
El día queda atrás,
apenas consumido y ya inútil.
Comienza la gran luz.
Blanca fue la despedida escrita más conmovedora que alguien que me amó pudo haberme escrito, a puño y letra, mientras la noche se hacía día en un frío paradero de la limeña avenida Brasil, un tiempo tan lejano que parece reciente.
aquí me tienes como siempre
dispuesta a la sorpresa
de tus pasos
a todas las primaveras que inventas
y destruyes
a tenderme -nada infinita-
sobre el mundo
hierba ceniza peste fuego
a lo que quieras por una mirada tuya
que ilumine mis restos
porque así es este amor
que nada comprende
y nada puede
bebes el filtro y te duermes
en ese abismo lleno de ti
música que no ves
colores dichos
largamente explicados al silencio
mezclados como se mezclan los sueños
hasta ese torpe gris
que es despertar
en la gran palma de dios
calva vacía sin extremos
y allí te encuentras
sola y perdida en tu alma
sin más obstáculo que tu cuerpo
sin más puerta que tu cuerpo
así este amor
uno solo y el mismo
con tantos nombres
que a ninguno responde
y tú mirándome
como si no me conocieras
marchándote
como se va la luz del mundo
sin promesas
y otra vez este prado
este prado de negro fuego abandonado
otra vez esta casa vacía
que es mi cuerpo
a donde no has de volver
Blanca fue el dolor y la ausencia. Blanca fue la reconciliación
Éste es el mundo que amo.
Quiero un cielo veloz,
la mañana distinta, sin colores,
para poner mis ángeles,
mis calles donde siempre hay humo y sorpresa.
Blanca fue el cuerpo, y la poesía.
Fue el dolor, la pérdida ardiente, la descomposición de la materia.
Blanca fue la transformación en espíritu.
Blanca fue una parte de nosotros. Tanto tiempo, tantos tempos.
Y ahora ya no es de nadie. Es eterna.
Le pertenece al Universo. Es ADN de pasión.
Acido ribonucleíco enamorado, siempre...
MÁSCARA DE ALGÚN DIOS
Frente a mí ese rostro lunar.
Nariz de plata, pájaros en la frente.
¿Pájaros en la frente?
Y luego hay rojo
y todo lo que la tierra olvida.
Humedad con poderes de fuego
floreciendo tras las negras pestañas.
Un rostro en la pared.
Detrás del muro, más allá de toda voluntad,
más lejos todavía que mirar y callar:
¿qué?
¿Siempre hay algo que romper, abolir o temer?
¿Y al otro lado? ¿Al revés?
Vuela la mano, nace la ínea,
vibrante destino, negro destino.
Por un instante la melodía es clara,
parece eterna la tarde,
purísima la sombra del cielo.
Vuelvo otra vez . Pregunto.
Tal vez ese silencio dice algo,
es una inmensa letra que nos nombra y contiene
en su aire profundo.
Tal vez la muerte detrás de esa sonrisa
sea amor, un gigantesco amor
en cuyo centro ardemos.
Tal vez el otro lado existe
y es también la mirada
y todo esto es lo otro
y aquello esto
y somos una forma que cambia con la luz
hasta ser sólo luz, sólo sombra.
Link: Una biografía de Blanca Varela
Link: Más de la extraordinaria poesía de Blanca Varela aquí
Link: J.A. Godoy, El Morsa, El Útero, Heduardo y Musmuki, entre otros, se unen al homenaje