12 marzo 2009

Blanca Varela


Cuando seres como Blanca Varela parten a un mejor espacio, es necesario decir algo al respecto.

Aunque sea en el espacio más impertinente.

No callar. Esa es la consigna

Porque debo decirlo: Blanca Varela fue grande.

Fue hermosa.

Extraordinaria.

Blanca fueron las tardes, obscenamente melancólicas, de verano cayendo sobre el patio de Letras de la Católica.

Blanca fue el Canto Villano, que tambaleaba su infinita tristeza en esos viejos buses destartalados donde pagaba medio pasaje universitario.

Blanca fue un torbellino de palabras que sacudieron mi débil iluminación espiritual, en una angosta calle de Trujillo.

Blanca fue lo más alejado a la exhuberancia tropical, Sin embargo, fue tan descomunal como la extraordinaria luz de Iquitos.

El día queda atrás,
apenas consumido y ya inútil.
Comienza la gran luz.

Blanca fue la despedida escrita más conmovedora que alguien que me amó pudo haberme escrito, a puño y letra, mientras la noche se hacía día en un frío paradero de la limeña avenida Brasil, un tiempo tan lejano que parece reciente.

aquí me tienes como siempre
dispuesta a la sorpresa
de tus pasos
a todas las primaveras que inventas
y destruyes
a tenderme -nada infinita-
sobre el mundo
hierba ceniza peste fuego
a lo que quieras por una mirada tuya
que ilumine mis restos
porque así es este amor
que nada comprende
y nada puede
bebes el filtro y te duermes
en ese abismo lleno de ti
música que no ves
colores dichos
largamente explicados al silencio
mezclados como se mezclan los sueños
hasta ese torpe gris
que es despertar
en la gran palma de dios
calva vacía sin extremos
y allí te encuentras
sola y perdida en tu alma
sin más obstáculo que tu cuerpo
sin más puerta que tu cuerpo
así este amor
uno solo y el mismo
con tantos nombres
que a ninguno responde
y tú mirándome
como si no me conocieras
marchándote
como se va la luz del mundo
sin promesas
y otra vez este prado
este prado de negro fuego abandonado
otra vez esta casa vacía
que es mi cuerpo
a donde no has de volver

Blanca fue el dolor y la ausencia. Blanca fue la reconciliación

Éste es el mundo que amo.
Quiero un cielo veloz,
la mañana distinta, sin colores,
para poner mis ángeles,
mis calles donde siempre hay humo y sorpresa.

Blanca fue el cuerpo, y la poesía.

Fue el dolor, la pérdida ardiente, la descomposición de la materia.

Blanca fue la transformación en espíritu.

Blanca fue una parte de nosotros. Tanto tiempo, tantos tempos.

Y ahora ya no es de nadie. Es eterna.

Le pertenece al Universo. Es ADN de pasión.

Acido ribonucleíco enamorado, siempre...


MÁSCARA DE ALGÚN DIOS

Frente a mí ese rostro lunar.
Nariz de plata, pájaros en la frente.

¿Pájaros en la frente?

Y luego hay rojo
y todo lo que la tierra olvida.
Humedad con poderes de fuego
floreciendo tras las negras pestañas.
Un rostro en la pared.
Detrás del muro, más allá de toda voluntad,
más lejos todavía que mirar y callar:
¿qué?

¿Siempre hay algo que romper, abolir o temer?
¿Y al otro lado? ¿Al revés?

Vuela la mano, nace la ínea,
vibrante destino, negro destino.
Por un instante la melodía es clara,
parece eterna la tarde,
purísima la sombra del cielo.

Vuelvo otra vez . Pregunto.
Tal vez ese silencio dice algo,
es una inmensa letra que nos nombra y contiene
en su aire profundo.
Tal vez la muerte detrás de esa sonrisa
sea amor, un gigantesco amor
en cuyo centro ardemos.

Tal vez el otro lado existe
y es también la mirada
y todo esto es lo otro
y aquello esto
y somos una forma que cambia con la luz
hasta ser sólo luz, sólo sombra.

Link: Una biografía de Blanca Varela
Link: Más de la extraordinaria poesía de Blanca Varela aquí
Link: J.A. Godoy, El Morsa, El Útero, Heduardo y Musmuki, entre otros, se unen al homenaje

06 marzo 2009

IRAPAY: Saber y entender infantil al alcance de todos



Imagine por un momento, estimado lector, una sociedad donde los niños escuchen, pero, aún más importante, sean escuchados. Sean escuchados en serio, con mucha atención.

Imagine, usted que quizás es mayor de edad, un espacio en el cual se junten los esfuerzos creativos de chicas y chicos de diversas latitudes, quienes confluyen y se integran no a partir de las condiciones socioeconómicas o geográficas, sino de los dominios del saber y la educación.

Imagine que, desde Iquitos, un Centro Cultural le da valor a la promoción e inspiración de los valores artísticos y la ética de la identidad amazónica a quienes han de continuar la senda del futuro liderazgo de su época y su entorno.

Digamos que, de un momento a otro, se entera de la existencia de Irapay.

¿No se sentiría intrigado? ¿No cree que podría convertirse en una suerte de simpatizante? ¿No desarrollaría una actitud positiva frente a este proyecto?

¿Por qué no dar una mirada interior?

Saber desde los niños

El Centro Cultural Infantil Irapay se yergue sobre los terrenos de lo que antiguamente fue una pequeña casona tradicional ubicada en el número 192 de Ricardo Palma (esquina con Próspero), donada por la familia Ríos Zegarra al Centro de Estudios Teológicos de la Amazonía (CETA) con fines filantrópicos a principios de este siglo, pero también con la esperanza que se convirtiese en un faro que derramara su luz al mayor número de gentes posible.

Es difícil entender el nacimiento de Irapay sin antes hacer un pequeño balance de la situación de la dinámica educativa destinada a niños y jóvenes de nuestra región. Un centro infantil y juvenil que no se encargue necesariamente de recuperar solo las condiciones materiales en las cuales, desafortunadamente, conviven, muchos de los menores de edad de nuestra amazonía, sino un centro de transformación de energías en conocimiento y, por ende, en motor de creatividad. En otras palabras, un foco que transforme la visión de la cultura infantil.

Es por todos conocido el hecho que la formación artística en los primeros años de la infancia hace la diferencia entre un hombre con capacidad creadora propia y otro, que a pesar de cuanto haya sido capaz de aprender, no sepa aplicar sus conocimientos, carezca de recursos e iniciativas propias y tenga dificultades en sus relaciones con el medio en que actúa. Esta idea permite crear las condiciones para generar expresiones culturales autóctonas, ayudando a la autoestima de los pueblos de la región amazónica.

No es para nada un secreto que la atención por parte del estado nacional y regional a la educación es muy deficiente. El apoyo para proyectos que se gestan en lo cultural es muy reducido y en los centros educativos no promueven las habilidades y destrezas del niño. Ha quedado establecido, como una suerte de regla infranqueable, el que la instrucción se convierte en mera transmisión teórica, perdiéndose la práctica, ya que el aprendizaje es más conductivo que inductivo. En general, dadas estas condiciones tan estresantes, el niño rompe con su desarrollo normal, haciéndose más retraído y menos expresivo.

Igualmente, hay pocos maestros especializados en el área y en muy pocos lugares existen escuelas especialmente dedicadas al cultivo de las artes. Normalmente los maestros se limitan a la repetición de estereotipos, a la reproducción de modelos ya establecidos, a realizar actividades que no apoyan la formación del niño, en su desarrollo motor, creativo e intelectual. Si a todo ello le sumamos las reticencias ya usuales de los gobiernos y las instituciones públicas por apoyar o invertir en cultura, el panorama parece bastante complicado.

No hay educación desde el sentir de los niños.

La meta era complicada, pues, se debía reconvertir las condiciones y construir a partir de lo que aún no existía (o de lo que existía a medias o en la indiferencia). Los esfuerzos del CETA, a través de la visión de su director, Padre Joaquín García, así como de sus colaboradores más cercanos, iban a estar destinados a promover un área y compartirla, con el apoyo de otras generosas gentes e instituciones, para que se estableciese un centro de alta calidad que permita a niños y jóvenes de Iquitos de bajos recursos manifestar, profundizar y recrear los valores de su cultura a través del arte plástico y escénico junto con una biblioteca especializadas, como medio formativo que logre mejorar los niveles de desarrollo intelectual, espiritual y social, pero al mismo tiempo incremente la posibilidad creativa productora de cada niño a la vida sociocultural, generando además modelos de desarrollo humano en Loreto desde y por los niños.

Evidentemente, este tipo de empresas tienen entusiasmo, pero no muchas veces tienen apoyo inmediato para su consolidación. Era importante crear un equipo humano identificado con el arte prestar servicios como proceso de desarrollo de la expresión creativa natural, pero al mismo tiempo asegurar que más allá de valores culturales, competentes y motivados, fortalecidos en vocación de servicio, responsabilidad, honestidad y compromiso, también existía una necesidad de dar al proyecto viabilidad material en el tiempo y el espacio.

Felizmente, conforme iban pasando los tiempos y el proyecto dejó de ser un documento impreso en papel y pasaba a ser idea principal e inmediata que tenga forma de colectivo. El apoyo fue directo y canalizado y, finalmente, llegó a tener un destino concreto. El caso de Irapay es posiblemente único en el Perú, en el sentido que está destinado casi íntegramente en la especialización de conocimientos para niños y pre-adolescentes.

Un espacio para vivir y respirar cultura

Gran parte del nuevo Centro se ha logrado reforzar gracias al invalorable apoyo de apoyo directo de la Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo (AECID), quienes decidieron aportar significativamente en la viabilidad de algunos detalles y algunas partidas. Esta contribución, evidentemente, conforma la suma de aportes de cada una de las generosas instituciones internacionales que, alrededor del tiempo han ido sumando esfuerzos en procura de la meta común.

Evidentemente, esto no excluye el apoyo que las instituciones locales, regionales y nacionales brindan y brindarán a Irapay. El Padre García me señala que la idea será siempre encontrar los mecanismos para unir a todos los que tengan la generosidad y el entusiasmo para colaborar con el desarrollo infantil amazónico. La meta es la inclusión y los valores culturales que se promueven. El objetivo es la integración social a través de la educación.

Uno mira las instalaciones centro cultural, que ha sido bellamente restaurado y ha convertido la otrora casa antigua en un edificio que combina lo estético con lo funcional (el cual ha mantenido gran parte del valor arquitectónico original que la precede) y siente que existe vida. Pero sobre todo, que la vida se transforma en arte y en creatividad.

La Hermana Cristina Sarmiento, directora de Irapay, es colombiana. Lo que llama la atención de ella es su capacidad organizativa. Aunque Irapay, efectivamente, ha empezado a trabajar como proyecto educativo desde mediados del año pasado, los preparativos de esta semana la tienen a ella misma ayudando en las labores de jardinería del local, lo mismo que apoya en la administración y lidera las decisiones que deben tomarse. Poco a poco, la Hermana Sarmiento, ha ido cimentando un plan de largo alcance con varias aristas, que trata de brindar un invalorable apoyo a la comunidad a través de sus generaciones venideras.

La Hermana Sarmiento está preparando junto a su equipo de más de 10 personas (además de voluntarios) el programa de reinauguración y relanzamiento de Irapay, que se inició desde el 26 de enero y culminará el próximo 14 de febrero.

Irapay ha desarrollado un espacio interactivo que brinda servicios de Biblioteca Especializada (con la más variada oferta editorial vinculada al ámbito infantil) pero también ha decidido centrar sus esfuerzos en el ámbito de las Artes Escénicas (orquesta, coros y danzas infantiles, teatro, títeres, marionetas, pantomima, etc.), además de las Artes Plásticas (dibujo, pintura, artesanías, escultura, etc.).



Cuando uno empieza a descubrir el espacio físico, se entusiasma. Porque más allá de la Exposición Colectiva de Pintura “Avencio Villarejo”, de temática infantil, que se expone en la galería central, también existen otros atractivos. Desde el patio central, en el cual se ha incluido una fuente de agua tradicional de las antiguas casonas loretanas, uno puede encontrarse con infraestructuras muy sólidas y a la vez de muy buen gusto. El auditorio, por ejemplo, tiene una capacidad para 100 personas cómodamente sentadas, con un sistema de audio y video competente, el cual forma parte de un escenario bastante agradable. Las aulas de trabajo, donde funcionan los centros del Coro Polifónico de Loreto y el Coro Infantil, están equipadas con la más interesante variedad de instrumentos musicales. Además, la Biblioteca es un ejemplo de funcionalidad y diseño, porque a la par que ofrece armonía visual y una concepción destinada a generar estímulos lúdicos en el niño (con mesas de colores y objetos artesanales diversos), también presenta un amplio televisor plasma para proyecciones y computadores interconectados. Además, los pasillos muestran piezas de arte regional amazónico que, demás está decirlo, son pertinentes y estéticamente impactantes.

Los niños crean (y permiten creer)

Sin embargo, una de las actividades más interesantes que se han estado desarrollando por estos días han sido los talleres de creatividad, con gran presencia de disciplinas artísticas, diversidad de talentosos profesionales que las dirigen y también por el considerable número de niños que han estado asistiendo.

Ya desde algunos meses atrás, por sobre todo a partir del pasado 26 de enero, en Irapay se han abierto talleres, sin costo alguno, para que una cantidad significativa de niños (y algunos que no lo son tanto), especialmente estimulados por aprender y aprehender los conocimientos que le son impartidos puedan hacer realidad su anhelo.

Por ello, los talleres han estado dirigidos a lograr este propósito. Es particularmente grato observar como los niños que se han matriculado en los cursos de Coro y Orquesta ya han ido logrando destrezas que no se les imaginaba, lo mismo que los de Artesanías (en que los profesionales del CRETA preparan a los niños a realizar objetos con material reciclable), Dibujo y Pintura (que manejan con mucha soltura los artistas plásticos Jaime Choclote y Rosa García), Teatro (a cargo de La Restinga), Danzas (dictado con mucha gracia y carisma por Eliana del Águila), Cuenta Cuentos (que ha devuelto a nuestra ciudad a una de las más interesante narradoras orales del país, Cucha del Águila, quien ha destacado además por su dinamismo para transformar áreas dentro del local) y Arte Visual (dirigido por el cineasta Dorian Fernández).

Los resultados han sido muy estimulantes. No solo porque se ha permitido descubrir talentos e ir cimentado bases para futuras vocaciones, sino porque le dan un toque de sana alegría y entusiasmo al Centro. Los niños corren, ríen, juguetean, sí, pero cuando escuchan, miran, tocan o hablan lo hacen claramente para crear. La dinámica ha hecho que, por ejemplo, algunos adultos asistan a varias de las clases, que Cucha Del Águila tome la biblioteca de lunes a viernes a las 6 p.m. para narrar “La Hora del Cuento”, con mucho éxito o que este último viernes el reconocido escritor y cineasta chileno Alberto Fuguet dictara un taller sobre cine y literatura con auditorio lleno. Es decir, el Centro Cultural Infantil también se convierte en un centro de identidad e intercambio cultural.

Irapay se inaugura formalmente este miércoles 11 con actos especiales de bendición y la presentación del poemario infantil “Alegre amanecer”, escrito por el profesor Gabel Sotil. Además, el jueves 12, a las 8 p.m., en el auditorio del Vicariato Apostólico de Iquitos, se realizará la presentación del proyecto, en los cuales participarán importantes figuras diplomáticas y culturales nacionales e internacionales, como el Embajador de España en Perú, Javier Sandomingo; el director del Centro Cultural de España, Ricardo Ramón, los directivos de la AECI. Una de las gratas sorpresas será la presentación del Coro Infantil Irapay, uno de los primeros y exitosos logros que ha tenido este monumental esfuerzo, por entender el saber para los niños, pero sobre todo, desde ellos mismos para los demás.



El arte es una manera de transformar el movimiento educativo enriquece la dimensión simplemente académica. Los niños están creando y pretenden seguir creando a través de esfuerzos como los de Irapay. Hay motivos suficientes para que creamos en ellos y les demos la bienvenida al maravilloso mundo de la creación de belleza.

(Publicado originalmente en el semanario Kanatari del 8 de febrero del 2009)

Nochemala


La semana del terror y la indignación empieza el miércoles a las 8 de la noche, en una calle cercana a la plaza Serafín Filomeno, en pleno centro de Iquitos. La motocicleta no tiene placa de rodaje (hecho que ya no causa mayor sorpresa en los transeúntes de estos tiempos). En las aceras, la gente canta despreocupadamente sus gestas navideñas con sonrisa fácil y alegre despreocupación provinciana. El copiloto detecta a esta divertida adolescente de mirada fresca y ropas ligeras, que le sonríe a un interlocutor desconocido pero igual de entretenido. Ella lleva un teléfono celular de última generación, que blande en una de sus manos como si fuera una espada láser de Star Wars. El copiloto ya ha detectado su presa. El piloto, por instinto, sabe muy bien lo que debe hacer. Acelera levemente la velocidad. Se detiene en medio de la transitada arteria. El copiloto baja, se acerca a la jovencita, casi la susurra por la espalda, ella no se percata de que el hombre que le roza el cuello no es ningún amigo, conocido, no es parte de ninguna equivocación. El copiloto rápidamente ha arrojado sus brazos hacia el cotizado objeto y le arrancha a la niña, que experimenta una súbita sensación de vacío. Se desconcierta. Trata de voltear. Su amigo levanta mucho las cejas y mira seguramente en los ojos al copiloto. Este ha dado un salto acrobático hacia la motocicleta rugiente. El piloto empieza a destilar adrenalina y sale disparado, con su copiloto, el celular y sin ningún policía que se dé cuenta del acto de violencia.

Kung Fu Panda entra desesperado hacia el salón donde el Editor Zombie, el Cineasta y yo nos encontramos. “Han robado en la cuadra” nos indica, mientras narra atropelladamente los pormenores de lo que acaba de ver. Nos desconcertamos, porque usualmente esta era una zona tranquila. Aunque ya no tanto. Editor Zombie, con la rabia que en él brota de modo natural, indica que hace meses, quizás años, los alrededores de la universidad nacional se han convertido en territorio de maleantes, fumones, vendedores de droga, putas desvergonzadas que tiran al amparo de cualquier sombra, vagos que usan las aceras como tablero de timba y, sobre todo, ladronzuelos que acechan y acosan a los vecinos. El Serenazgo es una unidad sin ninguna autoridad, la policía es un anexo de la ausencia y los intentos de asalto se multiplican, solo a cuatro cuadras de la Plaza de Armas. El Editor Zombie plantea soluciones radicales: o los sacamos de aquí o pronto tomarán por asalto nuestras casas.


Seguimos conversando mientras un par de jarras de chicha morada se secan inmediatamente en una de las mesas externas del restaurante El Asador. Es más de la medianoche del jueves. Recuerdo que antes podíamos caminar tranquilos, sin ningún problema por estas calles, y ahora hay que zigzaguear entre inmundicia, lumpen y desadaptados, le confieso al Cineasta. En los distritos es mucho peor, me replica, los niveles de delincuencia han crecido astronómicamente. Recuerdo que viví hace un par de años en Punchana y la vida aún no era tan jodida como me explica, con detalles, Kung Fu Panda:

- El otro día ha salido la noticia de que un grupo de rateros que iban en motocarros cerraron el paso a un pata que iba solo en su motito y le intentaron robar. En medio de la persecución, uno de los malditos logró alcanzarlo y en pleno movimiento le dio un planchazo que lo desestabilizó y le hizo caer. El pata cayó de cabeza, sobre el filo de una canaleta y quedó privado. Ahí mismo se murió. Eso no fue todo. Esa vaina de esa feria ambulante que han puesto en la Próspero es una pendejada, porque todos los choros se concentran en hacer sus robos. Cada día hay más asaltos, incluso el otro día ha salido en la radio que a una señora que iba en un motocarro se le subieron un par y le estropearon hasta quitarle todas sus canastas. El motocarrista parecía coludido. Ni decir de los robos de motos y de casas que han subido como mierda. El otro día descubrí un fumón que estaba entrando a mi casa y ya estaba a punto de llevarse cosas. El Serenazgo estaba en la esquina y dice que ni siquiera se dio cuenta. Tuvimos que agarrarlo entre mi viejo y yo y sacarle el ancho porque esos huevones no iban a hacer nada. A lo mejor hasta sus campanas son…

Ahí están los resultados del famosito Plan Zanahoria, me digo mentalmente: la ciudad, mas insegura y desguarnecida que nunca. Fracaso total y absoluto. “Cuida tu sacha Harley”, le dice Editor Zombie a Kung Fu Panda. Vamos los cuatro en un par de motos. Damos una vuelta por la calle que une hacia la Plaza Serafín Filomeno. Son más de la una de la mañana. De pronto, Kung Fu Panda grita, instintivamente “rateros”. A unos cincuenta metros de distancia, cinco malandrines, todos decididamente jóvenes, avezados, menores de edad, están atacando a una niñita de unos once años y a su abuelita, vecinos del lugar, que regresan de la fiesta de promoción de primaria. La niña llora y se lamenta. Ha perdido sus zapatos y una cámara digital con los recuerdos de una velada histórica para su vida. Los ladrones aceleran ante el descubrimiento de la fechoría. El conductor del motocarro hace una maniobra temeraria y escapa raudamente. Pero quedan varados dos. El Cineasta cierra el paso a uno. Kung Fu Panda le mete las ruedas al siguiente. El vecindario súbitamente se ha despertado. Han aparecido algunos vendedores de la zona, los repartidores de alguna pollería, los vigilantes particulares, las amas de casa. En el acto, llegan los padres desesperados de la niñita. Empiezan a golpear a los ladrones. El padre, severamente molesto, increpa a gritos al chibolo ladrón, que niega cínicamente los hechos. No hay la cámara. Pero hay un par de miserables que la gente reclama. Uno de los presentes mete golpe a diestra y siniestra, la madre de la niña, que llora histéricamente, mete cachetadas a uno de los ladronzuelos. Kung Fu Panda mete candela, el vecindario mete candela. El ambiente está muy caldeado. El Cineasta mira y trata de ayudar. El Editor Zombie busca entre los arbustos la cámara.

Pero tienen que llegar los señores policías. Lo primero que indican es “no le toque, señor, usted puede terminar denunciado”. Bravo, gran demostración de autoridad. Los buenos para nada se prestan para darles coartada a los choros, pero el gentío que se ha aglomerado se impacienta y cree que los uniformados liberarán a los culpables. Por ahí cae una nueva patada, otro golpe, uno de los chiquillos empieza a sangrar y a seguir clamando inocencia. La Policía, y un par de serenos que están por ahí se convencen que es mejor solucionar esto en la Comisaría. Los vecinos vuelven a sus casas, pero dudo que conciban el sueño rápidamente.

El motocarro perdido, donde probablemente huyeron los ladrones es un tema que nos preocupa mientras vamos por las calles. Son más de las dos de la mañana. Andamos algo divertidos, porque eso de contribuir a que los malos no ganen siempre, o no se salgan siempre con la suya es motivo de orgullo en cualquier circunstancia. Pasamos por Punchana. Conducimos a través de la avenida 28 de Julio, pasamos por los bares destartalados de la zona. El Cineasta nos cuenta sus anécdotas con casos similares en momentos antiguos. De pronto, a la altura del Hospital Regional, en medio de la chacota, me doy cuenta sonidos inusuales de ruedas. Percibo luces que se hacen más intensas. Cuatro motocarros, con aproximadamente cuatro chibolos, cada uno nos quieren embestir. Kung Fu Panda y el Cineasta instintivamente se abren. Los motocarristas pasan a toda velocidad, cagándose de risa, gritando insultos. Volteamos a través de la calle Trujillo, pensamos en qué cosa pasó. De pronto, nuevamente, la turba. Ahora son seis motocarros, nos persiguen. Ya no hay modo de dispersarlos. Tratan de chocarnos, tratan de hacernos caer. Corremos aún más. En la esquina de Trujillo con Freyre nos espera un motocarro que viene embalado contra nosotros. Kung Fu Panda hace un quiebre salvaje, yo casi caigo, pero me recupero y me agarro contra los fierros. El Cineasta se mueve. Veo que uno de los malandros saca la pierna y casi roza al Editor Zombie. Salimos ilesos, abandonamos Punchana. Los motocarros se pierden. “Se han pasado la voz, nos están buscando”. No podemos dormir. La afrenta es demasiado intensa como para dejarla pasar tranquilamente.

Al día siguiente, viernes, veo en el periódico: “Sueltan a menores ladrones que roban en motocarros por Punchana”. Me doy cuenta que son los mismos que nos atacaron, que atacaron a la niña de la cámara. Libres, los mismos, por obra y gracia de quienes en teoría deberían protegernos. Ahora, de noche se escuchan gritos. Hay gente que tiene miedo. Hay locos que corren desesperados por el centro. La prostitución domina la Plaza de Armas. Se escuchan rastrillos de pistolas. Se escuchan disparos. Las luces de las casas demoran mucho más en apagarse. Algunos han vuelto a buscar sus armas de defensa personal. Más de uno empieza a creer, ante la dejadez, la corrupción y la estupidez de las autoridades de que habrá que hacer justicia por mano propia, convertirse, aunque no se quiera y no corresponda, en informales y amateurs protectores de nuestra tranquilidad nocturna.

¿No puedes dormir? ¿Tú? Tampoco… Kung Fu Panda, Editor Zombie, Cineasta y yo nos encontramos en el sitio acordado. 3.45 de la mañana del domingo. Salimos a patrullar la ciudad, con caras adustas, con cejas arqueadas, con rostros duros. Alguna gente se ha unido. Pocos hablan. Casi nadie tiene razones para sonreír. Bienvenidos a Iquitos, vísperas de Nochebuena 2008.

(Publicado originalmente en Pro& Contra el 21 de diciembre del 2008)

“Y ya lo ve, somos Primera otra vez…”


10.15 de la noche. Jueves 11 de diciembre. Tengo un teléfono celular que me escupe los ecos de la apoteósica presentación de la reedición de “Cambio de Palabras”, de César Hildebrandt (editado por Tierra Nueva) en la Feria del Libro de Miraflores. Hago malabares con mis manos, porque voy detrás de una moto imitación de Harley Davison. Esta se menea temerariamente entre obstáculos en movimiento Súbitamente, frente a mi línea de mira, descubro un culo cobrizo, peruano, del color de piel que le gusta mucho al presidente Alan García, un culo caído que se mueve enfrente de los cientos de personas que avanzan a mi velocidad. El dueño del culo, con la cara tapada por su camiseta, es alentado por algunos de los que lo sujetan al techo del frágil motocarro en que se conduce.

Adelante, mi piloto, el Gordo Ángel, - trujillano asimilado al nuevo charapismo ciudadano – no mide las consecuencias de sus actos y se carcajea eufóricamente. La sacha Harley se mueve de-aquí/pa’-allá, mis piernas casi rozan la carnicera rueda de un chibolo con lentes oscuros y risa pastrula. Alrededor, motocarros sin cubierta, motocicletas con el tubo de escape en reparación inconclusa, carros chocones, camionetas promiscuas, buses de servicio público fuera de ruta empiezan a congestionar la calle Huallaga. Desde la Plaza 28 de Julio, una inmensa, interminable caravana ha invadido las angostas aceras del centro de Iquitos, con un aún más compacta multitud de 120 cuadras, ciudadanos de todos los colores, olores y texturas, con ropa, sin ropa, con calzoncillos Stripper, con calzoncitos Hello Kitty, con brassieres blanco/percudido, con gritos destemplados, con colgajos como miembros viriles a la vista y paciencia de las espantadas (pero divertidas) señoras de barrio decente, todos, absolutamente todos, van armando una procesión chillona, luminosa, carnavalera que ha hecho colapsar las entradas que dirigen hacia la Plaza 28 de Julio. Nunca he visto una caravana tan larga, que une dos arterias como en una U. Las banderolas ondean, los cláxones descargan su furia y la muchedumbre ha salido a las puertas de sus casas/negocios/centroslaborales y tiene la mirada fija en este peculiar pero extraordinario desfile. La insignia del glorioso Colegio Nacional de Iquitos se luce hasta el hartazgo, la gente corea lemas mientras el vacilón de la noche es encontrar amigos y conocidos que han enloquecido momentáneamente.


La madre de todas las caravanas avanza lentamente a través de la calle Samanez Ocampo. En una de las camionetas, el Alcalde Salomón Abensur expresa su emoción (pobre Rafael, esta noche no habrá Plan Zanahoria). Gargantas enronquecidas se dan maña para continuar su gozosa letanía. Una joven se ha sacado el polo y ya muestra el ombligo danzarín con las siglas del triunfo pintadas en plumón. Un joven que parece jovencita se ha contagiado de la magia del fútbol y reparte saludos a diestra y siniestra desde su vehículo, repleto de jovencitos que se creen jovencitas, mientras porta en la mano de uñas pintadas una enorme banderola alba. Hace algunos minutos, nomás, en el estadio Monumental de Ate, el equipo local, el CNI le ha arrebatado un empate al poderoso conjunto de Talara, el Atlético Torino, culminando su participación en la Copa Perú con el resultado concreto: retorno inminente a la Profesional.

“Sí, sí sí, arriba CNI…”, aplaude desde su balcón un señor de venerables canas, mientras recuerda seguramente tiempos mejores.

Me encuentro en el corazón del júbilo iquiteño. En muy pocas horas se irían a generar pequeñas caravanas repletos de muchachos conchudos cuyo vacilón sería transitar por las calles en sentido contrario al establecido, ante la pasividad y el jolgorio de los agentes de Serenazgo y la Policía Nacional del Perú.

9.55 de la noche. Jueves 11 de diciembre. En los asientos, no existe nadie. Todos miran el televisor, como si miraran la pantalla gigante colocada frente a radio La Karibeña, como si fuera la pantalla gigante colocada dentro del Complejo. Todos estamos parados, todos somos devotos, todos somos los más grandes hinchas que ha tenido ese equipito de casaquillas albas a quien le vivamos con extrema fe. En las calles, solo las grandes concentraciones colectivas viven. Dentro de las casas/negocios/centroslaborales todo es drama. El equipo angustiosamente empata con esos talareños enormes y oscuros. El mundo es un pañuelo y se han derramado todas las lisuras posibles. No se ha respetado ni a la respetable edad de las señoras presentes, ni a la respetable edad de los caballeros invitados, ni a la presencia de la única señorita que, luego de mucho tiempo, ha seguido noventa minutos de partido. El porterito Pinedo, una vez más, acaba de cagarla. No obstante haber tenido un faetón en el primer tiempo, otra vez su inexperiencia le ha jugado una mala pasada. Torino acaba de empatar el marcador y el guardavallas se ha trenzado en una gresca infantil con el anotador. El árbitro se percata y los expulsa inmediatamente, a ambos. De nosotros dos, tú pierdes más que yo. Adjetivos de grueso calibre caen sobre él desde la tribuna. En los hogares loretanos la sensación es de desaliento. El pueblo se siente desolado mientras escucha por la radio en los paraderos de Puerto Masusa. ¿Y ahora Iván? ¿Y ahora Sanguinetti? Machuca hace lo único posible que puede: sacrifica a Luna e ingresa a un chico llamado Utia. Sammy Utia. Medio estadio enmudece. Un jovencito chiquito, trigueño, en apariencia nervioso, en apariencia inexperto. Ataque de Torino, embestida contra el área chica del equipo de todos, disparo hacia el arco. Aparece Utia, conjurando con sorprendente seguridad, guapeando al delantero rival, metiéndole una vez más a la escuadra esos huevos que se necesitan en situaciones importantes. “Ese es mi cholo, yo confío en ti”. Utia es el nuevo motor actitudinal, nuevamente la Pulga Barrena empieza a jugar como nunca, dribleando a los rojos, haciendo quiebres, jugando en pared, yéndose más adentro, entrando peligrosamente, por favor, eso, vamos, el arco en diagonal, cuarenta, treinta y cinco metros, patea Chato, dispara hacia el ángulo, carajo, pummmm, goooooooollllllll…noooooooooooo…¡¡¡ptm!!!…palo, ¡¡¡csm!!! Iba a ser un golazo. Y otra vez Valenzuela, sacando fuerzas de no sé dónde, a pesar de sus kilos demás, a pesar de la edad que ya pasa factura, embate como si fuera la primera vez, y una vez más, Masato Celis, más pundonor que técnica, más emoción que genio, más corazón que razón, se lanza como el último guerrero yagua, como el indómito campa que prefiriendo morir legó a su raza la gran herencia de este balón. Y una vez más la amenaza roja arrecia y se acerca, y hay un pata que se desmarca de todos y lanza un zapatazo, noooo, ajusta, pesadilla en tiempo real, uyyy…Pero, nada. Ahí está Utia, convertido ya en gigante, lanzándose en atajada tigrilla, a dos manos, sin soltar la pelota. Faltan minutos, vamos, hay que campeonar, hay que lograr el objetivo, todos atrás, todos adelante, la gente pide hora, la gente ve que se acabó el tiempo reglamentario. 4 minutos más de suplemento. No, no, no…¡¡¡hoooraaaa!!!! Nadie está sentado. Una región entera contiene la respiración, los jugadores y el cuerpo técnico en el banco también. Estamos a punto. Se va a acabar, se va a acabar. Se acabó.

Ahora, era tiempo de inundación en las calles de Iquitos.

Mediodía. Sábado 13 de diciembre. Una enorme camioneta sin tolva, sin muchos adornos, se mueve al centro de una muchedumbre de vehículos y gente que ha salido, una vez más, a las calles, a recibir a los nuevos hijos predilectos. 50 mil personas los miran, los saludan, les dan la bienvenida y se muestran efusivos. Tres horas después de que el avión que los trasladase de Lima con el subcampeonato de la Copa Perú y el ascenso a la primera división del fútbol profesional peruano, luego de 16 años de ausencia, la gran caravana llega recién a la Plaza 28 de Julio, donde se ha programado la ceremonia de homenaje al CNI. Banderolas, gritos, transmisiones en vivo y en directo desde el lugar de los hechos. Mujeres y hombres de todas las edades, gritando agradecidos la ilusión renovada, luego de tantos años de traspiés y desafectos.

“Y ya lo ve, y ya lo ve, somos Primera otra vez” Es el grito de guerra de la muchedumbre en la Plaza 28. Ahora, un largo camino nos espera en Primera. El tiempo del festejo ha cesado. Es hora de empezar otra vez.

(Publicado originalmente en Diario Pro&Contra el 14 de diciembre del 2008)

Una oración por el CNI

Nota de Edición: Preparando el retorno de Diario de IQT, el nuevo blog (reloaded), cuyos nuevos espacios empezamos a tener desde el próximo lunes 16, aprovechamos este espacio para publicar algunas notas publicadas desde el cierre del anterior blog hasta el momento mismo del inicio del próximo.

Solo en caso no lo hayan leído anteriormente. Solo en caso quieran perder un rato de distracción a cambio de un momento de pesadez.

Lean nomás, on'.



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Estimado lector, este no pretende ser un artículo. Es una declaración de fe y esperanza. Un asunto de honor.

Encienda su televisor y sintonice Cable Mágico Deportes: la finalísima de la Copa Perú 2008 se juega mejor en vivo y en directo (basta ya de pasar gato por liebre y creer que el mundo interactivo puede tolerar transmisiones en diferido). Luego empiece a rezar, quedito, bajito, con mucha contrición y recogimiento estelar. Encienda la radio, deje que la voz y el ruido se amalgamen en su mente, formando imágenes salvas, santas, milagrosas. Sea parte de la epopeya. Únase en oración colectiva, mental, cósmica.

Los resultados más alentadores ya hablan de la nueva gesta. El CNI logró arrebatar este fin de semana la mitad de su pase para el ansiado ascenso a la primera profesional del fútbol peruano. Un triunfo esforzado sobre Sport Huancayo, hilvanado a punta de coraje en 75 minutos, rebelde con el cansancio y las piernas atrofiadas durante los 15 minutos finales.

Un triunfo agitado, angustioso, pero airadamente feliz luego del último pitazo arbitral. Medio pase para el fútbol de verdad, en suma (dentro del Perú, claro está). Medio cuerpo fuera del armatoste de liga de segunda, una autopista más allá de los dilemas del torneo de cancha de tierra y butacas de cascajo.

Sé que existen motivos para la desazón. Sé que existen razones más que sobradas para el escepticismo. Sé que en las afueras (y dentro, también) se ha expuesto hasta el hartazgo las debilidades del equipo: que manejan ligeramente la técnica, que se cansan muy pronto, que no tienen un conductor desequilibrante, que carecen de delanteros que decidan los partidos en el momento menos pensado.

Si usted lo cree, no lo juzgo. Es cierto. Tiene toda la razón. No está calumniando. Yo le doy incluso algunos motivos adicionales para la duda: El viejo Yep, que debería ser el libero, solo es un hombre de medios tiempos. Incluso el domingo (durante los últimos 15 minutos) jugó a nada, arriesgando la victoria inocentemente. Celis, que debería desmarcar y crear sus propias jugadas de peligros, a veces se traba en su propia torpeza amateur y desperdicia oportunidades sin parar. Valenzuela, que en teoría debería operar en los últimos 10 metros del arco rival, juega muy atrás por voluntad propia y, lo peor, carece de pierna izquierda cuando tiene que definir, precisamente, por la izquierda. Luna, caray, no es aún el hombre que necesitamos en delantera. Barrena no es la pulga atómica que necesitamos y de pericotero de hoyos menores no pasa. Este es un equipo que juega siempre al pelotazo y precisa casi siempre de acciones detenidas para lograr un marcador positivo. Sí, totalmente cierto, no titubee usted.

Pero, ¿sabe? CNI ha logrado reptar todas las posibles adversidades y ha conseguido algo que ni siquiera los más entusiastas simpatizantes creían lograr hace menos de un año. Este equipo representante de Iquitos, de Loreto, de la Amazonía, ha luchado tantas finales en el camino que uno termina sintiendo que la vocación de su plantel es el drama con epílogo incierto. Desde la etapa regional, abriéndonos paso sobre los pucallpinos, peleando punto a punto en el gramado (e incluso en la mesa) nuestro derecho a continuar en la brega, los de la casaquilla alba nos han templado en eso de quien ríe último ríe, definitivamente, mejor.

Haciendo de tripas corazón, volviendo otra vez a llenar el viejo Max Augustín de 17 mil espectadores (y no los 25 mil que nos vendió vergonzosamente la propaganda del anterior presidente regional), CNI ha devuelto la fe (y el fervor) a todos, incluso a quienes les importa(ba) un rábano el fútbol. Su ascenso constante ha generado una nueva dinámica del apoyo colectivo, institucional o local. Ha creado, incluso, un nuevo tipo de oficio, rentable (con gente que va y viene de y hacia Lima para “apoyar al glorioso” sin haber tenido nunca interés e injerencia en leer por lo menos su historia y el plantel que lo conforma). Ha recreado, en suma, la fiebre dominguera, ha renovado los almuerzos peloteros, ha redescubierto el gusto por comprar una casaquilla de 40 nuevos soles.

Con ese equipo parchado, con esos errores de fábrica, pero también con esos saboteadores profesionales que destruían por lo bajo, con esos engreídos que atacan por las puras a un club que es de todos solo porque no les cae bien su dirigencia (supina forma de inmadurez), con esa tracción a medias que el entrenador Machuca a duras penas puede poner en la locomotora alba, con problemas de dinero, con varios lesionados, con suspensiones acumuladas, con el grito desgarrado de una hinchada, aún así, este equipo logró doblegar en penales al Unión Supe, con diferencia de goles y un penal atajado por el bendito Venegas a Íntimos Cablevisión, y con un golazo preciso de Valenzuela que sentenció la disputa con los huancas.

Así, con esos palmares, se ha reconquistado un rasguño de gloria, un instante antes de la consagración. Hoy, en la noche, ante el nada complaciente Cobresal de Moquegua, CNI debe volver a esgrimir el peso de su historia, aquella que confeccionaron los jóvenes estudiantes de 1926, aquella que nos dio en 1973 el pase a la primera profesional, aquella que en 1977 nos entregó en el Cusco nuestro primer título nacional (con gol de Henry Perales), aquella que nos dio una lección de vergüenza deportiva en 1984, mientras en la mesa nos robaban un cupo en la Copa Libertadores. Que los viejos fantasmas de 1992 se disipen, que la baja solo sea un pésimo recuerdo, que sus dirigentes estén a la altura de las circunstancias, que la gente crea en el milagro. Porque este Colegio Nacional es de Iquitos, y porque Iquitos no solo merece primera, sino que se muere por volver a primera. Pensemos que solo un triunfo basta y el sueño estará cumplido, porque es un ideal de cientos de miles de loretanos, hombres y mujeres de a pie que repletan los escenarios deportivos, que sacan de la suya para alentar a los guerreros de sedas blanquecinas, que siguen por radio o por televisión las incidencias como si de la Copa del Mundo se tratara, que salen espontáneamente en caravana a reventar a los cielos su alegría y su orgullo de llamarse iquiteños.

Si, por ventura de la Providencia, logramos el objetivo, recuerde usted, querido lector, que aún faltará otro partido más, contra el poderoso Torino de Talara (dirigido por el “Niño Terrible” Roberto Challe). Allí deberemos repetir el hermoso regalo navideño que en 1985 entregó Hungaritos Agustinos a todo un pueblo: que la Copa Perú vuelva a ser levantada en el Aeropuerto Francisco Secada Vignetta, luego de 23 años de ausencia.

Sabemos que en el fútbol no hay lógica. Pero también sabemos que hay una fuerza interior mucho más intensa que cualquier vaticinio o racionalismo cartesiano. Haga una oración, amigo/ amiga lector(a) y piense que con sus deseos, con sus palabras, con sus gritos desde el estadio o desde el fondo oscuro de su hogar, a solas o con muchos, muchísimos, con todos, somos capaces de lograr que el deporte más hermoso del planeta tenga un motivo más para seguir siendo idolatrado en estas tierras tropicales.

Vamos CNI. Yo creo en ti.

(Publicado originalmente en Diario Pro & Contra el 8 de diciembre del 2008)

03 marzo 2009

IQUITOS: Penúltima fecha de rodaje

Imágenes de la penúltima fecha de rodaje del próximo cortometraje de Audiovisual Films, realizado los días sábado 28 de febrero y domingo 1 de marzo.

















26 febrero 2009

IQUITOS: 4º día de rodaje

Imágenes del 4º día de rodaje de IQUITOS, la nueva producción de Audiovisual Films, realizado el día miércoles 26 en locaciones de la Terminal, de la carretera hacia Nauta, y principales arterias de la ciudad. El protagonista en estas grabaciones fue Joel Huamán.
















IQUITOS: 3º día de rodaje

Imágenes del tercer día de rodaje de IQUITOS, el cortometraje dirigido por Dorian Fernández y producido por los Talleres Creativos de Audiovisual Films. La filmación se realizó el lunes 23 y martes 24, en exteriores del Malecón Tarapacá e interiores de una habitación especialmente abientada, dentro de los exteriores de la RAL. Protagonista en estas grabaciones es Gladys Vásquez.



















24 febrero 2009

IQUITOS: 2º día de rodaje

Imágenes del segundo día de rodaje del cortometraje IQUITOS, realizado el domingo 22 de febrero, en plena celebración central de los nunca bien ponderados carnavales. Los participantes de los talleres Revolución Visual de Audiovisual Films. se pulieron como nunca, a pesar del espacio y de las condiciones en las que se trabajó, sin dormir y en turnos de casi un día. Bien con ellos y con el equipo de rodaje, dirigido por Dorian Fernández, así como el actor Duller Vásquez.

























23 febrero 2009

Iquitos: Imágenes de rodaje (1ª día)

Imágenes del primer día de rodaje de IQUITOS, un corto sobre caminos, dirigido por Dorian Fernández, guión de Paco Bardales y producción de los talleres Revolución Audiovisual Films, realizado el sábado 21.

























Fotos: Mariano Alvarado, Paco Bardales, Laura Rojas, Herbert Asenjo, Franz Max, Roger Pinchi, Irina Yanovich, Luís Gomez (Talleres Revolución Visual de AudiovisualFilms)